viernes, 2 de abril de 2010

Silencio sobre injusticia cubana

La bloguera Yoani Sánchez pregunto recientemente, "¿Por qué la mayoría de los gobiernos de América Latina guarda silencio sobre lo que está ocurriendo en Cuba? Necesitamos su solidaridad".

Sánchez planteó la pregunta en su página de Twitter el 14 de marzo a las 9:36 p.m. (yoanisanchez).

Hasta ese momento todos los gobiernos de América Latina habían guardado un silencio cómplice y cobarde sobre la muerte del disidente político Orlando Zapata Tamayo, y sobre las violaciones a los derechos humanos en las cárceles cubanas. Mucho tiempo pasó antes de que se escucharan las primeras críticas.

El 23 de febrero, día en que muere Zapata Tamayo en La Habana -tras una huelga de hambre de 86 días- hay una foto de los 32 líderes de América Latina y el Caribe reunidos en Cancún, todos sonrientes, incluso Raúl Castro. Ni una palabra dijeron sobre la vida y la muerte de Zapata Tamayo.

Posiblemente, en el instante en que tomaron la foto, los mandatarios no sabían de la muerte de Zapata Tamayo. Pero ya la prensa había informado ampliamente sobre su precario estado de salud.

En Cuba hay unos 247 prisioneros políticos, según el conteo de Elizardo Sánchez de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), un grupo formado por disidentes al régimen de los Castro.

La mayoría de los gobiernos latinoamericanos no se han atrevido a denunciarlo.

El primero en romper el silencio fue el nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien denunció la muerte de Zapata Tamayo y pidió una transición a la democracia en Cuba. Le siguió el presidente de Costa Rica, Oscar Arias.

"Los presos políticos no existen en las democracias", dijo Arias.

Siguió México. "México exhorta al gobierno cubano a realizar las acciones necesarias para proteger la salud y la dignidad de todos sus prisioneros", dijo con tibieza la cancillería mexicana.

Otras declaraciones, más o menos fuertes, vinieron después. Pero lo que hay que destacar es que dos disidentes políticos, Zapata Tamayo y Fariñas, cambiaron la manera como el mundo ve a Cuba.

Hoy nadie puede negar que Cuba es una dictadura que tortura y mata a los que piensan distinto.

Sí, Cuba puede cambiar desde dentro. Pero cuando eso ocurre, América Latina no se puede -no se debe- quedar callada.


http://www.impre.com/laraza/opinion/2010/3/28/silencio-sobre-injusticia-cuba-180323-1.html

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